Guardamar del Segura está situado en la región del Bajo Segura, en la provincia de Alicante, a solo 35 kilómetros de la ciudad capital. Este pueblo de 17.000 habitantes es uno de los destinos turísticos preferidos de la comunidad debido a su bosque litoral y a su 11 km de playa, que han resultado de un ambicioso proyecto de reforestación. La belleza del paisaje de las dunas fósiles y móviles, cubiertas por un bosque litoral a ambos lados del río Segura, destaca en el conjunto.
Las dunas litorales, unas acumulaciones de arena proveniente de las playas cercanas fruto de la brisa marina y los temporales de Levante, son depósitos de arena de origen continental que los ríos han arrojado al mar (principalmente el Ebro y el Ródano en este caso) y que luego ha sido esparcida por todo el litoral por la corriente de deriva que, gracias a la ayuda de las olas, ha acabado vertiendo en la orilla del mar. Cuanto más seco es el clima, más frecuentes y grandes son las dunas; en el caso de Guardamar, que solo recibe 250 mm de lluvia al año, está clasificado como un clima árido.
Esas formaciones son versátiles, cambiantes. Se mueven desde la playa hacia el interior arrasando todo lo que ven a su paso, como campos de cultivo, edificios o pueblos completos. Las playas que están lejos del viento pueden convertirse en dunas fósiles, lo que significa que la arena se endurece y se convierte en roca arenisca. Las ruinas del castillo medieval se encuentran en una de ellas, mientras que en su ladera norte se encontraba la antigua Guardamar.
Desde el sur de las Salinas de Santa Pola hasta el cabo de Cervera (dunas de La Mata), las dunas móviles, las que están más cerca del mar y son vulnerables a los temporales de viento, cubren una extensa área del litoral. Según Vicenç Roselló de la Universitat de València, ellas forman parte del conjunto dunar más destacado de la costa mediterránea española.
28 siglos de vida
Aunque la Guardamar actual se formó después de la conquista cristiana, se han descubierto evidencias de asentamientos humanos del siglo VIII a.C. en el área municipal. Debido a los movimientos de la duna, que soterraron estos enclaves y los preservaron durante 2.800 años, la conservación de estas ruinas es excelente.
El asentamiento más antiguo se encuentra en La Fonteta, un poblado fenicio declarado Bien de Interés Cultural, y se remonta a los siglos VIII y VI antes de Cristo. Durante la década de 1980, Rafael Azuar y su equipo realizaron investigaciones en el yacimiento de una rábita islámica y descubrieron varios objetos de la época fenicia, lo que llevó a los arqueólogos a pensar en la posibilidad de un asentamiento de esta cultura en el lugar.
En el año 1996, un equipo de arqueólogos de la Universidad de Alicante, liderado por Alfredo González Prats, inició las labores de excavación y descubrió un asentamiento fenicio. Se encuentra entre los enclaves púnicos más preservados de la Península debido a la influencia de las dunas. En La Fonteta se ha descubierto un sistema de defensa que incluye una gran muralla de aproximadamente 12 metros de altura y varios bastiones, además de una estructura de calles tanto dentro como fuera de la muralla. Además, se han mantenido en pie hornos y talleres metalúrgicos que producían metales como el hierro, la plata y el cobre.
Uno de los principales motivos por los que los fenicios decidieron instalarse en esta área es la existencia de estas construcciones, así como la posibilidad de explotar las salinas de la zona.
Aquí también se han descubierto indicios de la existencia de comunidades ibéricas, entre las que se destaca la Dama de Guardamar, descubierta en 1987 en el sitio arqueológico de Cabeza Lucero. El busto de una mujer ibérica, similar a la Dama de Elche, con una altura de 50 cm, se cree que fue creado entre los años 400 y 370 antes de Cristo.